lunes, 14 de enero de 2013

AVERROES.

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AVERROES. 

En 1255 los Estatutos de la facultad de Artes de París establecen la obligación para el estudiante de leer todo «Aristóteles» y a sus comentadores Averroes y Avicena. Con esta medida, la cultura medieval reconocía que no podía prescindir de Aristóteles y de su concepción de la naturaleza y lo asumía como núcleo teórico.


LA DIFUSIÓN DEL ARISTOTELISMO.
Aristóteles entró en la cultura latina por medio de traducciones, tanto del griego como del árabe.
La Alta Edad Media solo había conocido el Aristóteles lógico de sus dos primeros tratados (Categorías, De la interpretación), pero ya el siglo XII había accedido al conjunto del Organon. El resto de la obra aristotélica, especialmente la serie de escritos físicos y la Metafísica, se puso al alcance de la intelectualidad latina a finales del siglo XII y comienzos del XIII. Solo algún tratado se incorporará con un cierto retraso, como es el caso de la Política, traducida en 1260.
Los filósofos medievales, para quienes el pensador griego era el Filósofo por antonomasia, no sintieron la menor necesidad o curiosidad por el original griego de la obra, aceptando que las traducciones disponibles presentaban el pensamiento del autor. Tampoco se interesaron en los problemas filológicos e históricos de la obra aristotélica, que concebían como un sistema unitario y coherente que expone el conjunto del saber.
El corpus aristotélico sustituyó rápidamente a Platón, especialmente en lo referido al Timeo, en aquel campo en que competían, esto es, en la filosofía natural, por el carácter mucho más exhaustivo y sistemático de los libri naturales de Aristóteles, culminación de la filosofía.

 ARISTOTELISMO Y NEOPLATONISMO.


La obra de Aristóteles que llegaba al Occidente latino por mediación de la cultura árabe incluía como escritos aristotélicos apócrifos que afectaban poderosamente a la interpretación y sentido globales de la filosofía de Aristóteles. Llegaba incluida en el conjunto de la ciencia árabe y dentro de una interpretación neoplatónica que se veía fortalecida por autores árabes como Avicena, cuya obra personal había seguido la misma pauta.
Así, este primer aristotelismo latino fue el vehículo en el que se expresaron doctrinas de clara ascendencia neoplatónica:
  • La generación eterna del mundo; la creación mediada, por la cual Dios produce inmediatamente la primera inteligencia, derivándose de esta -en un proceso de emanación- el resto de inteligencias y los sucesivos grados o niveles del ser hasta llegar al mundo inferior sublunar.
  • La representación rigurosamente necesitarista, tanto en la derivación del mundo a partir de la causa primera divina como en la constitución, dependencia y gobierno del mundo sublunar y humano con respecto al mundo celeste. La astrología había recibido además un fortísimo desarrollo en la ciencia islámica y buena parte de sus autores y obras -Albumasar, Alcabitius, Alfroganus- habían sido traducidos al latín como parte integrante de esta ciencia «unificada» cuyo núcleo teórico era Aristóteles.
  • El intelecto único para toda la especie humana.
AVERROES COMENTARISTA DE ARISTÓTELES.

El ejército de Aristóteles y su comentador Averroes
El Ejército de Aristóteles y su comentador Averroes.
Facsímil del Manuscrito Karlsruhe sobre la vida de Ramón Llull. Madrid. Biblioteca Nacional.
En su labor de comentario de la obra aristotélica, el objetivo de Averroes había sido liberarla del fardo deformador de la interpretación neoplatónica. Al restituir el verdadero sentido de la filosofía aristotélica, Averroes restablecía importantes doctrinas del pensador griego, potencialmente conflictivas con la fe religiosa: eternidad del mundo, negación de la providencia divina sobre los individuos, mortalidad del alma.
Según Averroes, en el ejercicio de la filosofía alcanzaba la perfección y realización plena la razón humana, esto es, la facultad que define al sujeto humano y por la cual el hombre es propiamente hombre. Se seguía de aquí que solo el filósofo es propiamente hombre y que la mayoría de la humanidad vivía de facto en un nivel infrahumano, animal; al mismo tiempo, el filósofo, por la fuerza natural de la razón y del intelecto, conocía y se unía a las Inteligencias separadas e incluso a la causa primera, obteniendo así la felicidad suprema accesible al hombre mediante el ejercicio de la contemplación.
El conocimiento filosófico, por otra parte, debía tener un carácter esotérico, es decir, permanecer recluido en el reducido círculo de sus cultivadores, a causa de la incapacidad del vulgo y también de los teólogos para entenderlo correctamente.
No se trataba, por tanto, de acceder a verdades distintas y contradictorias (el mundo es presentado como creado y de duración finita en la religión, mientras que la filosofía demuestra su necesaria eternidad), sino a niveles distintos de una verdad única y destinados a las diferentes capacidades humanas de conocimiento. Por eso, el filósofo se plegaba en su comportamiento exterior al uso religioso de la sociedad en que vivía.
EL ACCESO A LA VERDAD ÚNICA.

Averroes concebía la religión, la teología y la filosofía como tres niveles sucesivos y jerarquizados en el acceso a la verdad única, según la distinta capacidad de los sujetos humanos.
  • La religión era el nivel inferior, accesible al vulgo anclado en la sensibilidad y por eso usaba de un lenguaje mítico y poético para expresar la divinidad, el mundo y las obligaciones humanas para con Dios, en una perspectiva político-pedagógica.
  • La teología constituía el nivel intermedio, propio de aquellos cuya inteligencia superior al vulgo; no alcanzaba, sin embargo, el nivel de la filosofía, y se servía del razonamiento probable o dialéctico, concediendo una estructura argumentativa, pero no científica, al mito religioso.
  • Finalmente, la filosofía era el nivel supremo en el que la minoría de inteligencias capaces alcanzaba el conocimiento científico de la divinidad y su relación con el mundo y con el hombre, formulándolo en la forma del silogismo demostrativo científico.
LA RECEPCIÓN DE AVERROES.

En su recepción latina, Averroes experimentó dos fases, completamente distintas, en relación con el problema planteado por Avicena de la unicidad del intelecto humano. Para Avicena había un único intelecto agente o en acto para la especie con pluralidad individual del intelecto posible, es decir, la capacidad de recibir las formas universales abstractas.
Hasta 1250-1260 se verá en Averroes la autoridad con la que combatir ese impío error de Avicena, gracias a la concepción del intelecto posible y agente como potencia y capacidad del alma individual.
A partir de 1260, se extendió como la genuina lectura de Averroes la doctrina de la unicidad del intelecto posible y agente («el intelecto material [posible] es numéricamente uno en todos los individuos de la especie humana, no es ni generable ni corruptible»), más radical que la de Avicena. Esta será la doctrina que concentrará los ataques de los teólogos, convirtiéndose en la quintaesencia del «averroísmo», desde san Buenaventura hasta Tomás de Aquino y su De unitate intellectus contra averroistas (1270).


POR WIKIPEDIA.
http://es.wikipedia.org/wiki/Averroes