Un hombre comenzó a cavar un pozo y llegó hasta una profundidad de veinte codos, pero no halló ningún vestigio de agua. Entonces, abandonó el lugar y eligió otro sitio para hacer el pozo. Cavó allí aún más hondo, pero tampoco encontró agua. Eligió un tercer lugar y cavó todavía más hondo, pero fue en vano. Tampoco halló agua. Al final, completamente disgustado, abandonó su tarea. En conjunto, la profundidad de los tres pozos era casi de cien codos. Si hubiese tenido la paciencia de dedicar aunque fuera la mitad de su labor al primer pozo, en vez de cambiar de un lugar a otro, seguramente habría encontrado agua.
EL GÉNESIS.
LA CREACIÓN DEL MUNDO.
ADÁN Y EVA.
BORRACHOS.
El origen de esta tradición es incierto, aunque podría tener que ver con una costumbre celta de ahuecar nabos, colocar en su interior carbones encendidos y depositarlos junto a las tumbas de los seres queridos en la Noche de Difuntos. Es posible que este rito inspirara la leyenda irlandesa de Stingy Jack (Jack el Tacaño O Jack-o'-lantern), es espíritu de un borracho al que el diablo obligó a vagar entre los vivos alumbrándose con un candil fabricado, precisamente, con un nabo y un carbón.
La leyenda dio lugar a las Jack-o'-lantern o linternas de Jack, elemento esencial de la parafernalia de Halloween que, en el mundo anglosajón -y hoy en todo el planeta-, se celebra la noche del 31 de octubre (víspera de todos los Santos). El paso del magro nabo a la opulenta calabaza con una vela dentro se produjo cuando los inmigrantes irlandeses llegaron a EE.UU y se encontraron con estas enormes cucurbitáceas, que permiten incluso tallar el rostro de Jack en su corteza.
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