LA SEMILLA DE MOSTAZA
(PARÁBOLA BUDISTA)
Una mujer joven, habiendo perdido a su
primogénito, estaba tan acongojada que vagaba por las calles, rogando
por alguna medicina mágica que le devolviera la vida a su hijo. Algunos
la veían con lástima, otros se burlaban y la llamaban loca, pero ninguno
lograba consolarla. Un sabio, viendo su desesperación le dijo: “Hay uno
solo en todo el mundo que puede realizar este milagro. Es el Uno
Perfecto, y reside en la parte alta de la montaña. Ve a él y pregunta”.
La joven mujer subió a la montaña, se paró y rogó, “Oh Buda, devuelve la
vida a mi hijo”. Y Buda dijo: “Ve a la ciudad, y anda de casa en casa, y
tráeme una semilla de mostaza de una casa en que nadie ha muerto
nunca”.
El corazón de la joven mujer estaba esperanzado a medida que
bajaba apresurada la montaña y entraba en la ciudad. En la primera casa,
dijo, “El Buda me pide que lleve una semilla de mostaza de una casa en
que nadie ha muerto nunca”. “En esta casa han muerto muchos”, le
dijeron. Así que fue a la próxima y preguntó otra vez. “Es imposible
contar los que han muerto aquí”, le contestaron. Fue a la tercera casa, a
la cuarta, a la quinta, y así por toda la ciudad y no pudo encontrar
una sola casa que la muerte no hubiera visitado alguna vez. Así que la
mujer regresó a la cima de la montaña. “¿Has traído la semilla de
mostaza?”, le preguntó Buda. “No, le dijo, ni la busco más. Mi pesar me
ha hecho ciega, pensando que sólo yo había sufrido a causa de la
muerte”. “Entonces, ¿por qué has regresado?”, le inquirió. “Para pedir
que me enseñes la verdad”. A esto Buda le dijo:
“En todo el mundo del hombre,
en todo el mundo de los dioses,
esto sólo es la ley:
Todas las cosas son perecederas”.
VOY A VIVIR LA VIDA.
APRECIA LO QUE TIENES.
¿EN QUÉ CONSISTEN LAS LLAMADAS DEL MÁS ALLÁ?
Scott Rogo y Raymond
Bayless iniciaron en la década de los años 70 una investigación
encaminada a descubrir qué verdad se escondían tras las llamadas
telefónicas que algunas personas aseguraban recibir de familiares o
allegados que pasaron a mejor vida. Sus pesquisas quedaron plasmadas en
el libro Phone Calls From The Dead, donde se detallaban casos
como el de Mary Meredith, que relataba haber recibido una comunicación
de su prima recién fallecida, justo cuando leía una nota dejada por su
madre que le informaba del óbito. La mayoría de los telefonazos apenas
duraban unos segundos -aunque una se prolongó supuestamente media hora- y
en general las voces quedaban distorsionadas por fuertes
interferencias. Además, cuando los familiares demostraban sus deseos de
ver al interlocutor, este se negaba con cortesía.
Curiosamente, el
célebre inventor Thomas Alba Edison había trabajado infructuosamente en
un aparato que le permitiese comunicarse con los difuntos. Lo cierto es
que estas historias se sustentan en pruebas demasiado débiles como para
ser tenidas en serio. Los psicólogos esgrimen que este fenómeno puede
explicarse por diversas causas, como las dificultades que tienen algunas
personas para olvidar a sus seres queridos; el consuelo que les produce
saber que aún pueden comunicarse con ellos; los fraudes; los sueños
vividos; o la presencia de ciertos trastornos mentales.
MOTIVACIÓN.
MAZDEÍSMO.
La religión mazdeísta es una religión de origen indoeuropeo
que todavía perdura en la actualidad. Su nombre se debe a su dios
supremo, Ahura Mazda.
UNA RELIGIÓN MUY ANTIGUA.
El mazdeísmo tuvo su origen en los pueblos indoeuropeos asentados en la
zona del actual Irán en el segundo milenio a.e.c. Se llama mazdeísmo a
esta religión por el nombre del dios supremo, Ahura Mazda (señor sabio).
La época más antigua de esta religión es poco conocida, porque sus
textos sagrados, como el Avesta, se escribieron tras una reforma
religiosa llevada a cabo por Zaratustra o Zoroastro, un sacerdote que
vivió hace más de 2.600 años. Los mazdeístas que aún viven en Irán son
cada vez menos numerosos, menos de 30.000 en la actualidad. Esto se debe
a la llegada del islam a Irán a partir del siglo VII, ya que fueron
perseguidos y una parte de los mazdeístas que no quisieron hacerse
musulmanes emigraron a la India, donde se les aceptaba. A estos se les
llama parsis y son más de 100.000. También hay unos 10.000 parsis en
Pakistán y unos 2.500 en Sri Lanka. Son una comunidad muy próspera
dedicada al comercio, a la administración y a las profesiones liberales,
pero su número es cada vez menor. Es una religión que está
desapareciendo.
El rey persa Ardashir I recibe una corona del dios Ahura Mazda, siglo III e.C.
LA RELIGIÓN DE LOS VIKINGOS. UNA RELIGIÓN DE GUERREROS.
El dios vikingo Odín.
La religión de los vikingos es la mejor conocida de las
religiones de los pueblos germánicos, porque se hicieron cristianos muy
tarde, hace tan solo 1.000 años.
UNA RELIGIÓN DE GUERREROS.
Debido a esta cercanía en el tiempo, se han conservado libros completos en los que cuentan sus mitos y su religión: son las Eddas y las Sagas.
La guerra era una ocupación muy importante entre los germanos en
general y entre los vikingos en particular, y morir en combate era para
ellos el mayor honor, porque creían que iban a un más allá mejor que los
demás. Según su mitología, serían llevados por unos genios con forma de
mujer, llamadas Valquirias, al Walhalla, la residencia de Odín, un
enorme palacio con miles de puertas. Allí deberían esperar entre
combates y fiestas la llegada del Ragnarok. Este momento era el del
combate final, en el que lucharían junto a su dios contra las fuerzas
del mal que, capitaneadas por Loki, intentarían destruir el mundo. Para
los vikingos este combate del fin del mundo no se puede parar. Así lo
marca el destino al que ni siquiera los dioses, a pesar de todo su
poder, pueden escapar. El destino es la mayor fuerza sobrenatural en
esta religión.
NUNCA DIGAS NO PUEDO.
EL ÁRBOL YGGDRASILL.
Para
los vikingos, los tres niveles del cosmos estaban conectados por un
árbol llamado Yggdrasill. De él brotaban tres fuentes: la del saber, la
del destino y la fuente de la que nacían todos los ríos de la Tierra.
Bajo su sombra, los dioses celebraban su asamblea. Pero, desde su
nacimiento, este árbol estaba condenado a la muerte, ya que sus raíces
eran roídas por una serpiente y cuatro ciervos comían sus hojas.
La
creencia vikinga decía que cuando Yggdrasill cayese llegaría el fin del
mundo. El universo estaba dividido en tres mundos que se situaban en
torno a este árbol. En Midgardr, la tierra media, habitaban los hombres.
Los dioses vivían en Asgardr, mientras que los seres monstruosos
estaban en Utgardr, espacio formado por un gran desierto de hielo.
Los
habitantes de Utgardr se preparan para el Ragnarok, la gran batalla del
fin del mundo. Esta se producirá después de un invierno que durará tres
años, tras el cual el Sol y la Luna serán tragados por lobos. Entonces
los seres de Utgardr atacarán Midgardr y Asgardr.
Los
únicos supervivientes del Ragnarok serán el fuego y una pareja de
humanos, Líf y Lifthrasir, que se habrían escondido en Yggdrasill. Ellos
serán los encargados de repoblar el mundo.
El
culto a los árboles o dendrolatría es un aspecto muy común en diferentes
culturas. Se los puede considerar árboles de la vida o árboles
sostenedores del mundo.
En
otras culturas existe también este simbolismo del árbol cósmico, como
entre los grupos chamánicos siberianos o en las culturas de Mesoamérica.
También
en lo referido a la pareja de humanos encargados de poblar el planeta
existen ejemplos en otras religiones. Es lo que ocurre en el judaísmo y
el cristianismo con Adán y Eva o con la historia de Noé, que recibió
según el texto bíblico el encargo de repoblar la tierra tras salvarse
del diluvio junto a su familia, por lo que transportaba en el arca una
pareja de cada animal.
El dios Tyr, dios del cielo de las tribus germánicas, luchando con un animal encadenado, probablemente Fenrir (siglo VI e.C).
LOS REYES MAGOS DE ORIENTE.
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