NO PESA… ES MI HERMANO.
El grupo estaba de excursión, en alegre algazara, cuando aparece a lo
lejos un niño de unos ocho años que trae sobre sus hombros a otro más
pequeñito, como de tres. Su rostro era radiante, tostadito como el de
todos los campesinos del lugar. Más expresivo quizás al pasar a nuestro
lado, pero incapaz de ocultar un cierto cansancio, producido sin duda
por la distancia, lo difícil del camino y el peso del niño.
Para dar calor humano y aliento al pobre niño, pregunté con tono de cariñosa cercanía: “Qué amigo, ¿pesa mucho?”. Y él, con inefable expresión de cara y encogimiento de hombros, que encerraba gran carga de amor, de valor y resignación, dice con fuerza y decisión: “No pesa, es mi hermano”, y agarrando más fuertemente al pequeño, que sonríe y saluda con su manita derecha, echa una corta y lenta carrerita haciendo saltar con gracia a su hermanito que aún mira una vez atrás para sonreír.
Para dar calor humano y aliento al pobre niño, pregunté con tono de cariñosa cercanía: “Qué amigo, ¿pesa mucho?”. Y él, con inefable expresión de cara y encogimiento de hombros, que encerraba gran carga de amor, de valor y resignación, dice con fuerza y decisión: “No pesa, es mi hermano”, y agarrando más fuertemente al pequeño, que sonríe y saluda con su manita derecha, echa una corta y lenta carrerita haciendo saltar con gracia a su hermanito que aún mira una vez atrás para sonreír.
¿CÓMO SURGIÓ LA CREENCIA EN LAS HADAS?
Famosas por su aura infantil e inocente, por
sus pequeñas alas y su simpatía, lo cierto es que la imagen de las hadas que
tenemos hoy difiere enormemente de la primigenia. Su origen se remonta a las mitologías
griega y romana, cuando se las llamada hados - destino- y se las consideraba
protectoras de la naturaleza. Eran criaturas fantásticas y mitológicas, que, en
ocasiones, interactuaban con los hombres. Pero también se hablaba de ellas en otras
culturas.
En el norte de Europa, se las equiparaba
con los duendes, los gnomos y los trasgos, todos ellos lúmenes de la naturaleza
que solían aparecer alrededor de los túmulos funerarios. Eran seres del inframundo,
creados en la imaginación humana para perpetuar la creencia de la vida tras la muerte
y darle un sentido a esta.
Amores sin futuro. Con el tiempo, fueron abandonando esa relación con la parca y, durante
la Edad Media, se les otorgó una imagen más benigna a través de los libros de
caballería donde se las presentaba como altas, aristócratas y de gran belleza. Las
tramas hablaban continuamente de amores entre mortales y hadas, con toda la
problemática romántica que tal relación atesoraba.
Una de esas historias relataba cómo Gerbert de Reims (940-1003), el hombre más ilustrado
de su época, se topó en el bosque con una bella mujer que lo llamó por su
nombre. Estaba sentada en una alfombra de seda, junto a una enorme pila de
dinero. Se trataba de un hada llamada Meridiana, quien le rogó que tomara el
dinero y se convirtiera en su amante, a lo que el interpelado accedió sin dudar.
Cuando Gerbert se convirtió en el papa Silvestre II, Meridiana le aseguró que no
moriría hasta que celebrara una misa en Jerusalén. Como el pontífice se encontraba
en Roma, se sentía siempre a salvo, hasta que un día, al oficiar misa, vio a
Meridiana revolotear a su alrededor, aguardando para llevárselo al inframundo. Intrigado,
preguntó cómo se llamaba la iglesia donde estaba celebrando la eucaristía y la
respuesta fue: "Santa Cruz de Jerusalén" .
Hijos de Melusina. Con relatos como este, no es de extrañar que varias familias nobles,
como la de los condes de Poitou, la dinastía de Luxemburgo o la de Enrique II de
Inglaterra, afirmaran descender de las hadas, en especial, de la más famosa de
todas, Melusina.
No fue hasta la llegada de William Shakespeare,
cuando estos personajes encogieron en tamaño y se convirtieron en seres diminutos,
casi etéreos, difíciles de ver, luminosos y dotados de pequeñas alas. La imagen
gustó tanto que los sucesivos poetas y dramaturgos la perpetuaron en sus obras,
hasta convertirla en la representación del hada que hoy todos tenemos en mente
.
Gerberto de Reims.
LA CRUCIFIXIÓN DE JESÚS.
¿Y TÚ DE QUÉ TE QUEJAS?
¿CUÁNTO MIDE EL VESTIDO DE NOVIA MÁS LARGO?
Nada menos que 4100 metros. Lo ha elaborado en 2014 un grupo de
costureros de Chengdú, capital de la provincia de Sichuan, para honrar
el Día Nacional de la República Popular China, que se celebra el 1 de
Octubre. El récord espera ser refrendado por el Guinness World Records,
pues supera con creces al modelo que hasta ahora lo ostentaba: un traje
nupcial de 2.750 metros confeccionado en 2013 por modistos rumanos.
El kilométrico vestido chino es de diseño muy ligero y está
elaborado en tela de gasa de una sola capa, lo que aumentó la dificultad
en su confección, que duró la friolera de tres meses. Mide 1,5 metros
de ancho y ha costado 40.000 yuanoes (5.115 Euros). El modelo fue
presentado públicamente el 24 de septiembre de 2014 en el valle de
Ziyixiangxun, formando un dibujo geométrico sobre los campos de cultivo.
Los vestidos de novia no siempre trajeron cola. Este elemento
empezó a usarse en el siglo XVI como signo de poder y prestigio; así, de
su longitud y profusión decorativa se infería la pertenencia de la
familia de la novia a una u otra escala social.
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