sábado, 3 de enero de 2015

1 ESO. FICHA 7.

EL ÁRBOL.


(JACQUES LOEW)

Un viajero caminaba por un pueblo que le era completamente desconocido. Después de haber recorrido un extenso valle estrecho y sinuoso que le ocultaba el horizonte, he aquí que aparece improvisadamente una llanura. Aquí se encuentra frente a un árbol que jamás había visto, un árbol de extraordinarias dimensiones, un árbol no comparable con ningún otro sobre la tierra.
El viajero vio ante todo las raíces de este árbol, raíces poderosas, que levantaban la tierra. Después vio el tronco, un tronco tan grueso que no pudo abarcarlo con una sola mirada. Por fin vio las hojas del árbol, unas hojas tan frondosas, que se extendían tan altas que no le era posible distinguir la copa del árbol.
El árbol era para él tan grande que no lograba de ninguna manera percibir la grandeza.
Queriendo contemplar el árbol, el viajero se acercó simplemente al tronco: lo examinó, miró su corteza rugosa, aquellos pocos decímetros cuadrados que tenía a la vista.
Y mirando de cerca la corteza, vio algunas inscripciones dejadas por otros viajeros; letras y fechas ambiguas.
Después continuó examinando la corteza: percibe líquenes y musgo que han crecido como pueden crecer hongos o musgo en los viejos troncos del árbol.
El viajero vio también ramas secas al pie del árbol y, en ciertos puntos del inmenso tronco, partes excavadas en las que la vida se había retirado.
Y se alejó diciendo: “He encontrado un árbol medio muerto”,
El viajero se equivocó. Debería haber hecho el esfuerzo de retirarse tal vez un kilómetro hacia atrás, para ver el árbol en todo su esplendor y en toda su majestuosidad. Pero no tuvo el coraje de hacerlo. Tan sólo vio una pequeña parte.
No cometamos, por lo tanto, el error de aquel viajero. Miremos la vida en su totalidad. 



MOISÉS.






¿DÓNDE SE BEBE MÁS VINO POR HABITANTE?


 

 El pequeño Estado de la Ciudad del Vaticano ostenta este récord, según un estudio del Instituto del Vino de California: en 2012, cada habitante de la Santa Sede bebió un promedio de 74 litros, el doble que en Italia y Francia. Este dato puede tener diversas explicaciones, pero la primera que viene a la mente -el uso de la bebida en la misa- es poco probable, ya que es mínimo y, además, de una variedad expresamente fabricada a tal fin con pura uva, según exige el Derecho Canónico.


              Mayor influencia parece tener la escasa población del país (unas 800 personas), factor que altera los resultados demoscópicos -Luxemburgo, otra nación reducida, ocupa el segundo puesto con 56 litros per cápita al año-, a lo que se suma la ausencia de niños. La prensa italiana, con cierta malicia, ha apuntado que el récord quizá también se deba a los bajos precios del supermecado del Vaticano, conocido como Spaccio dell"Annona, que cuenta con una excelente oferta de vinos e impuestos muchos menores que en Italia.

ROMPER PARADIGMAS.


DERECHOS HUMANOS.



EL PELIGRO DE LAS REDES SOCIALES.


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