sábado, 3 de enero de 2015

BACHILLERATO. FICHA 4.

EL MONJE Y EL CÁNTARO.

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(DE LOS APOTEGMAS DE LOS PADRES DEL DESIERTO)
Había un monje que vivía hacía años en un monasterio: joven exuberante y valioso, había dejado todo para hacerse santo. Antes tenía manos como el marfil, ahora encallecidas como las escamas de los cocodrilos; antes su rostro era liso y sus cabellos brillantes por los ungüentos; su toga adornada con broches de plata: ahora, trasquilado como una oveja, llevaba bajo el hábito un duro cilicio. Había dominado el cuerpo; pero todavía una pasión se resistía con tenacidad; la tentación de airarse y enfadarse.
Si un hermano en la cosecha dejaba atrás una espiga, en seguida le quitaba de la mano la hoz, con gesto iracundo. Si al vecino de asiento se le escapaba una nota falsa en el coro le largaba un codazo. Un día se presentó al Abad:
-Padre –le dijo-, veo con claridad que no estoy hecho para vivir con los hermanos: encuentro en ellos continuas ocasiones de pecado. Yo me imaginaba que los monjes fueran todos perfectos, pero en cambio me he desengañado. Me retiraré al desierto, al otro lado del río. No tendré ocasión de airarme.
Y desoyendo los consejos del Abad, tomó consigo un cántaro para coger agua del río y se fue. Tendido sobre la tibia arena durmió profundamente. Después cantó sus doce salmos sin ninguna nota desentonada, y rezó con fervor. ¡Qué tranquilo y feliz estaba en aquella soledad, en aquel silencio!
Era necesario ir al río para coger el agua. Fue y regresó, rezando, casi en éxtasis. Pero –qué es, que no es- el cántaro se cayó y toda el agua se derramó por la arena. “¡Paciencia!”, dijo el monje, y rehízo todo el camino, tranquilo como el aceite.
Posó en tierra el cántaro, y aquél de nuevo se le fue de la mano. Allí quedó un poco de humedad, pero dentro ni siquiera una gota.
-¡Maldición! El diablo me quiere tentar. ¡Vamos, paciencia!
Jadeante, emprende el camino, coge el agua y regresa. Y el cántaro rueda por tierra por tercera vez.
-¡Maldito seas!¡Vete al diablo!
Da una patada furiosa y el cántaro se rompe en cien pedazos. Dispara patadas a los pedazos y levanta una pequeña nube de arena. Cuando se le pasa el enfado, el joven reflexiona y regresa al monasterio.
-¡Padre mío!- dice al Abad-, he roto el cántaro con la furia de las patadas: he aquí los pedazos. La causa de mis cóleras no es la compañía de los otros monjes: ¡el defecto está aquí adentro!


SECTAS NEONAZIS.



¿EXISTEN REALMENTE LOS ILLUMINATI?

        

En los últimos años, los Illuminati han gozado de una gran popularidad gracias a la expansión de teorías conspirativas sobre una cúpula que dirige los designios mundiales. Sin embargo, lo único que se sabe con certezasobre ellos es que fue una organización nacida en Baviera en 1776. Su cometido: reunir a los jóvenes más inteligentes de su tiempo para transmitirles conocimientos prohibidos por la Iglesia y que más tarde pudieran aplicar desde sus puestos de trabajo para ilustrar a la sociedad. Tan digno fin se trastocó ocho años después, cuando el gobierno bávaro prohibió las sociedades secretas, lo que abocó a los Illuminati a su disolución en 1886. Eso sí, se convirtieron desde entonces en un mito perpetuado en el tiempo.


NO QUEREMOS CAMBIAR DE OPINIÓN.

               No querer cambiar de opinión, a pesar de disponer de todos los requisitos mentales para hacerlo, tiene que ver con algunos de los grandes descubrimientos neurológicos de los últimos años. Estamos hablando del poder avasallador de las convicciones propias, frente a la percepción real de los sentidos. Me refiero al papel desempeñado por las creencias y convicciones heredadas del pasado a la hora de configurar el futuro. Muchas personas toman decisiones no en función de lo que ven, de lo que consideran bueno o malo, sino en función de lo que creen, de sus convicciones, de lo que el biólogo evolutivo y etólogo británicoRichard Dawkins tildaba de código de los muertos: pautas de conducta excelentes hace miles de años, que han dejado de ser útiles y que, no obstante, siguen vigentes.

         En segundo lugar, las convicciones heredadas no sólo nos impiden comprender lo que vemos, sino algo más inesperado: no podemos predecir el futuro porque únicamente sabemos imaginar el futuro recomponiendo el pasado. Un pasado pergeñado por nuestras convicciones de ahora y arreglado de tal forma que nos permita fabular el futuro. 

MOTIVACIÓN: FLORECE Y PROSPERA.


La física demuestra que hay vida después de la muerte, pero nuestra mente no lo ve.


La teoría del biocentrismo defiende que el espacio y el tiempo no son lineales, por lo que existirían otros universos paralelos. (Corbis)

“La muerte, tal y como la concebimos, no existe, sólo es una ilusión”. Esta es la principal conclusión a la que ha llegado el médico y director de Advanced Cell Technology Robert Lanza.

Robert Lanza.

El físico norteamericano parte de la premisa de que la vida crea al universo, y no al revés.

Va deduciendo paso a paso que la mortalidad es una idea falsa, creada por nuestra conciencia.

Sugiere que la conciencia de una persona determina la forma y el tamaño de los objetos en el universo. Para explicarlo, utiliza como ejemplo la forma en la que percibimos el mundo que nos rodea: “Una persona ve un cielo azul, y se le dice que el color que están viendo es azul, pero las células cerebrales tienen la capacidad de variar esta percepción, pudiendo ver el cielo de color verde o rojo”. En pocas palabras, concluye, “lo que vemos sólo existe gracias a nuestra conciencia”.

Al concebir que las dimensiones espacio-temporales son meras construcciones mentales, la inmortalidad sería una realidad para Lanza. Es decir, hay vida después de la muerte (física) debido a que habitaríamos un mundo sin fronteras lineales de espacio y tiempo, lo que entronca con la teoría de las cuerdas.
A pesar de ello, lamenta el científico, seguimos creyendo que “la vida es sólo un poco de carbono y una mezcla de moléculas, las cuales dan forma a nuestra existencia durante un tiempo y luego vuelven a descomponerse en el suelo”, explica el físico. ¿Por qué? Simplemente, “porque se nos ha ensañado que las personas se mueren, aunque sólo existe la evidencia de que desaparece el cuerpo en un momento dado”.

“Trascendemos a la vida, pero nuestra mente nos impide verlo”.

El estudio del fenómeno de las Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM) ha centrado en los últimos años la atención sobre la posibilidad de que exista la inmortalidad. Una de cada cinco personas que sobrevive a una parada cardíaca asegura haber tenido una ECM durante el tiempo de duración de un coma o de muerte clínica, en el que supuestamente desaparecen todas las señales externas de vida, pero que son capaces de narrar luego sus sensaciones y percepciones.


LA PRUEBA DEL CIELO.

VIDENTES.




¿SABES QUIÉN ERES REALMENTE?


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