ANTHONY DE MELLO.
El místico judio Baal Shem tenía una curiosa forma de orar a Dios.
"Recuerda,
Señor", solía decir, "que Tú tienes tanta necesidad de mí como yo de
Ti. Si Tú no existieras, ¿a quién iba yo a orar? Y si yo no existiera,
¿quién iba a orarte a Ti?
Me
produjo una enorme alegría pensar que si yo no hubiera pecado, Dios no
habría tenido ocasión de perdonar. También necesita mi pecado.
Ciertamente, hay más alegría en el cielo por un pecador que se
arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.
¡Oh, feliz culpa! ¡Oh, necesario pecado! Donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia.
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