miércoles, 13 de septiembre de 2017

EL ARTE DE LA GUERRA.

“Conoce al adversario y conócete a ti mismo; 


así tu triunfo no correrá peligro.
Conoce las características del terreno y hasta
sus condiciones meteorológicas, así la victoria       
será total.”

SUNTZU, del Libro de la guerra 






Se cuenta que en 1859 estaba Bismarck en San Petersburgo para conversar con Alejandro III, cuando le despertó la curiosidad una guardia de soldados que, sin justificación aparente, daba vueltas alrededor de un cuadro de jardín del parque. Al preguntarle al zar el porqué de la ronda militar, Alejandro III le confesó que no lo sabía. Él siempre la había visto allí y nunca se le había ocurrido preguntar el motivo. Ningún miembro de la corte rusa supo dar una explicación a aquella extraña costumbre, hasta que un día alguien respondió el interrogante del Canciller de Hierro alemán: más de un siglo atrás, una misión diplomática enviada por Felipe V a Rusia había obsequiado a Catalina I, entre otros presentes, con un rosal de la mejor cepa española, que la emperatriz hizo plantar en el principal lugar del jardín, disponiendo una guardia permanente para protegerlo de todo riesgo. 


Un día, Catalina 1 murió y más tarde el rosal se secó, pero la ronda de la guardia siguió dando vueltas para siempre alrededor del mismo cuadro de jardín vacío.

Esta historia es un apólogo, es decir, tiene un sentido de fábula aleccionadora para que se vuelva más elocuente y comprensible una verdad importante y nos sirva de enseñanza sobre lo que ocurre con la mayoría de las costumbres y dogmas mentales que nos rigen. Nos sorprendería advertir la frecuencia con que damos vueltas alrededor de patrones de pensamiento o de acción que no tienen razón de ser desde hace ya mucho tiempo, pero que, aun así, están tan arraigados en nuestra forma de ser que ni nos damos cuenta de su existencia, y hasta consideramos imposible prescindir de ellos.

La forma en que encaramos nuestro presente es, en gran medida, el resultado de la solidificación de pensamientos, acciones y estrategias pasadas, cuya revisión aporta claridad a la comprensión de muchas de nuestras dificultades actuales. De la misma manera, abordar reflexivamente los pensamientos y acciones con los que vivimos actualmente servirá a la construcción de la realidad futura.

Atreverse a modificar la guardia del rosal ya inexistente es el gran desafío. Poner la inteligencia y nuestro comportamiento diario al servicio de vivir mejor lo justifica.

(Antiestrategias. Tácticas para el buen vivir -
Claudia Noseda. Doctora en Psicología Clínica.)

2 comentarios:

  1. Los vídeos y el texto son muy interesantes y dan mucho que pensar.
    En primer lugar, en referente a la obtención de éxito que se ve como una guerra, no creo que deba ser así en todas las ocasiones, pues el querer estar siempre por encima de los demás no es bueno, porque nos lleva a obsesionarnos por ser los mejores en todo, y creemos que esto es una manera de disfrutar los momentos que vivimos, pero no es así, ya que debemos de luchar por lo que queremos, pero no para que nuestro ego aumente y ser mejor que los demás, sino para formarnos como personas y poder así evolucionar y cumplir nuestros sueños. Una frase que le atribuiría, de la canción de Rafa Espino, "Vivir", es la siguiente "Que por inercia adelanto, no por querer ser primero, no soy capaz de dejar de pelear por eso que quiero". Por otro lado, en referente a la fábula de la rosa, creo que debemos dejar ir y no anclarnos en el pasado, crear nuevos pensamientos y nuevas experiencias para seguir evolucionando; esto no quiere decir que debamos olvidar, sino seguir hacia adelante a pesar del dolor que nos cause, pues sólo así podremos llenar nuestra vida de cosas nuevas, que nos ayuden a conocer a nuevas personas, momentos, sueños... Pues si nos anclamos en el pasado, no podremos disfrutar de lo que está por llegar, y siempre estaremos en un estado de añoranza y nos bloqueará lo bueno que la vida nos traerá.
    Ana AC 2ºBTO B

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    1. Conocer a tu enemigo y conocerte a ti misma son la clave del éxito. No dejarte arrastrar por las pasiones en las decisiones trascendentes de tu vida sino ser o intentar ser reflexiva en aquellas acciones en la que te juegas tu coherencia y credibilidad.

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