En las noches del 16 y 17 de enero, víspera de san Antón, patrón de los animales, las calles de San Bartolomé de Pinares,
localidad situada a unos 20 kilómetros de la capital abulense, están
que arden. Y nunca mejor dicho, ya que el principal atractivo de la
llamada fiesta de La Luminaria es el fuego, un elemento al que los
castellanos medievales atribuían propiedades mágicas y purificadoras.
Así, por ejemplo, se efectuaban ritos de fuego tanto para ahúyentar a los malos espíritus como para proteger las mieses.
En la noche del día 16, los
habitantes de San Bartolomé de Pinares encienden una treintena de
hogueras repartidas por todo el pueblo. El momento álgido de la fiesta
se produce cuando más de 300 jinetes montados en caballos y burros atraviesan las llamas a toda velocidad.
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