De
todas las historias del Antiguo Testamento ninguna es tan conocida como
la de David y Goliat. La hemos oído centenares de veces y, con el paso
de los siglos, se ha convertido en el paradigma de la victoria de los
débiles sobre los fuertes.
A
Goliat, el filisteo, se le presenta como un gigante y a David, el
judío, como un mozalbete ágil pero de contextura mucho más débil que su
oponente y, además, pastor de cabras. El relato bíblico se complace en
detallar minuciosamente cómo eran ambos contendientes. Goliat medía
"seis codos y un palmo" que traducido a las medidas actuales
equivaldrían a una estatura extremadamente alta e iba pertrechado con un
yelmo de bronce y revestido con una coraza, mientras blandía una lanza
cuya punta pesaba "seiscientos siclos de hierro" según se especifica en Libro de Samuel. David, mucho más bajito, iba a cuerpo gentil, o sea, desprovisto de protección alguna y por toda arma llevaba una honda.
Los
filisteos y los hebreos, las dos grandes potencias de la zona, se
enfrentaban con frecuencia. Los primeros pusieron en el campo de batalla
a Goliat para causar el pavor entre sus enemigos y durante algún tiempo
aquel gigantón amedrentó a los judíos que no osaban batirse con él.
David, el futuro rey de Israel, fue el único que aceptó el reto ante el
desprecio de Goliat, pero de un certero golpe de honda el campeón
filisteo fue derribado lo que aprovechó David para cortarle la cabeza.
Hasta aquí ésta es la versión que todos conocemos.
Pero
parece que la hazaña del pastorcito David pudo darse porque Goliat, que
sufría acromegalia, enfermedad que produce el gigantismo, padecía
también un tumor que le oprimía el nervio óptico como secuela de dicha
enfermedad. Esto hizo que en determinados momentos Goliat no pudiera ver
a David con lo que éste jugó con ventaja, mientras el gigante,
despistado, buscaba a su enemigo sin poderlo localizar en su campo
visual. Esta última teoría es la que plantea el neurólogo Vladimir
Berguiner de la Universidad Ben Gurión. Con los conocimientos actuales
se están haciendo numerosas revisiones de muchos hechos y situaciones
históricas que abren una nueva perspectiva sobre relaciones y
narraciones que se han mantenido intactas durante siglos ...
¡En
esta ocasión vamos a quedarnos con la primera versión porque, tal vez
por la cuenta que nos trae, es bueno mantener la esperanza de que los
sometidos o los débiles podemos plantar cara, con posibilidades de
éxito, a los grandes y poderosos!
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